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En Almagro, un comedor acquainted donde hay hasta una hora de cola para comer unas ricas pastas a buen precio

Hay platos que al probarlos reconfortan, abrigan y abrazan. Son esas recetas que vienen de las manos de nuestras madres y abuelas, que con su sabor nos trasladan a las largas mesas familiares, donde hablaban a gritos y comían hasta casi explotar. En Doña, un comedor en Almagro, la carta -con sus platos caseros- y el entorno -donde predomina el ruido- Te invitan a revivir todas esas sensaciones afables.

Detrás de Doña está Marcelo Licari (45), cocinero profesional con experiencia en restaurantes y que, Desde el principio tuvo la obsesión de que los comensales comieran bien y a buen precio. Sirve pastas, carnes y especialidades heredadas de su madre como las albóndigas hechas con pan lactal.

Para probar estas delicias caseras hay que ser previsor o tener paciencia, no queda otra. Porque la sala se llena cada día y las reservas se agotan. Hay cola de hasta una hora para conseguir mesapero a pesar de la espera no hay quejas, porque La relación calidad-precio es inmejorable.

La historia del comedor Doña




La esquina de Almagro donde trabaja Doña. Foto: Esteban Leiva.

En el calor de los restaurantes a puerta cerrada, allá por 2005, Marcelo junto a la madre de sus hijos recibieron cenas en un ph, también en el barrio de Almagro. Allí el cocinero se lucía cada noche con platos que escribía. “Estábamos muy bien, tanto que los vecinos terminaron pidiéndonos que nos fuéramos por el movimiento que se generaba todos los días”, explica Marcelo.

La suerte lo empujó a crecer, cuando un amigo le ofreció el favor de su bar, en un lugar que Marcelo conocía y adoraba, que soñaba ocupar para trabajar en él: “Las molduras, la octava, que period en mi barrio, Todo me cerró”, afirma.

“Acá traigo a mi vieja a cocinar y hago un desastre”, pensó Marcelo. Hasta entonces, su madre sólo cocinaba para la familia con el cariño que ponía en cada plato como ama de casa. Rosa había aprendido los secretos de la cocina italiana de su madre, una inmigrante que llegó al país desde el sur de Italia.

La sala del restaurante Doña.  Foto: Esteban Leiva.


La sala del restaurante Doña. Foto: Esteban Leiva.

“La bautizamos Doña porque esa easy palabra concentra todo lo que quería transmitir, mi madre, el barrio, mis amigos”señala Marcelo. “Quería mostrarle a la gente esas recetas que he estado comiendo toda mi vida”, explica.

Rosa fue la encargada de apuntalar los sabores que debía tener una cantina como la que soñaba Marcelo: “Mamá hizo el filete, el guiso, las albóndigas y las berenjenas en aceite”, Agregar. “Él venía temprano y dejaba todo listo”, cube. Hoy sus cocineros son despedidos por ella.

Doña estaba abierta todo el día, por lo que podías ir a desayunar y merendar. “Gravísimo error, estuve año y medio sirviendo las cuatro comidas hasta que me di cuenta de que no podía centrarme en lo que me gustaba”, explica Marcelo y se refiere a darle calidad a los platos principales.

Marcelo Licari, dueño de Doña.  Foto: Esteban Leiva.


Marcelo Licari, dueño de Doña. Foto: Esteban Leiva.

A base de prueba y error surgió su comedor, con una carta fija que ofrece recetas caseras y populares. “Este es un restaurante de barrio, yo siempre cocinaba para el vecino que baja a comer un plato de fideos”declara.

La pandemia dejó a Marcelo con un público que prefiere disfrutar de sus platos desde casa. “Hasta 2020 no cumplíamos, porque sabíamos que si lo ofrecíamos tendría un gran impacto y no nos daría la estructura”, aclara, seguro del producto que ofrece. Pero esas órdenes de hoy Provienen de un centro de producción a pocos metros del native, que Marcelo diseñó para que no interfiriera en la dinámica del comedor.

Bar de Doña Foto: Esteban Leiva.


Bar de Doña Foto: Esteban Leiva.

Hoy en día la gente espera hasta una hora para probar la pasta. Algunos llegan temprano con la esperanza de que no se cumpla la reserva. Marcelo es consciente de la repercusión, tanto es así que colocó un cartel en una de las paredes que advierte: “El que sabe comer, sabe esperar”, aunque aclara que una vez sentados, los platos llegan rápido.

Un sábado en el que hace buen tiempo y el camino por encima de Humahuaca se presta para comer al aire libre, por allí pueden pasar más de 200 personas. “Cuando el producto es bueno, tienes cola, no la puedes evitar”, el reclama.

¿Qué se come en Doña y cuánto cuesta?

Las albóndigas de doña.  Foto: Esteban Leiva.


Las albóndigas de doña. Foto: Esteban Leiva.

La carta es extensa. Hay titulares que según Marcelo destacan entre otros como mozzarella milanesa ($1,500) que se sirven tres unidades grandes, bien doradas y con salsa de filete. Preferrred para compartir mientras se espera el principal.

Las albóndigas de rosas ($1.500), que, aunque ella no está en el native, los cocineros siguen preparando bajo sus instrucciones, se puede pedir como entrante. Entonces Vienen 5 unidades. La receta lleva pan lactal, que Marcelo aclara que compran sólo para este plato. Tienen la particularidad de que se cocinan al horno y se sirven con filete.

Como period de esperar, en una cantina que heredó los sabores de Italia. los platos que mas salen son la pasta. Se sirve al dente, “duro”, aclaran en la carta por si algún comensal lo prefiere un poco más cocido o “pasado” como cube Marcelo.

Los fusilli al fierrito son muy solicitados.  Foto: Esteban Leiva.


Los fusilli al fierrito son muy solicitados. Foto: Esteban Leiva.

Los más solicitados son los fusilli al fierrito. ($1,700) que se puede pedir blanco o con espinacas. Para acompañar oferta salsas clasicas como filete, pesto, scarparo o carbonara. Pero también hay salsas especiales ($1,900) como la crema silvestre con champiñones de pino, tomates secos y cebolletas.

Pero para redoblar la apuesta y hacer de un plato contundente uno que no permita que el comensal lo termine, existen las salsas gratinadas. Entre ellos cuatro quesos, Parisienne y Príncipe de Nápoles. El de la casa, que lleva cebolla, tocino, nata y pollo, es una combinación de sabores conocidos que sorprende y reconforta.

Milanesas de Doña.  Foto: Esteban Leiva.


Milanesas de Doña. Foto: Esteban Leiva.

Dentro de las pastas rellenas, los raviolis de sesos y espinacas se consagran como los más queridos. “Solo los ofrecemos en el salón, no están disponibles para entrega a domicilio por todo el proceso que realizan”, aclara Marcelo.

Las milanesas también ocupan el podio de los platos más valorados por los comensales: “Los hacemos aquí, recibimos el trozo de nalga, lo limpiamos y lo cortamos nosotros mismos”, describe la cocinera. Los rebozan en pan de la marca Preferido -con el objetivo de que adquieran ese sabor casero- y los cuecen al horno: “Mi madre los hacía así en casa y aquí los sirven como los de ella”, añade.

Con una guarnición que puede ser puré de papa, ensalada de tres ingredientes, arroz blanco, verduras o papas fritas (son grandes y doradas), el platillo cuesta $2,400. Para la napolitana $2.600.

El tiramisú de doña.  Foto: Esteban Leiva.


El tiramisú de doña. Foto: Esteban Leiva.

Si surge el deseo de algo dulce, recomiendan probar el el tiramisú ($1.100) y el mousse que se elabora con 80% de chocolate ($1.100).

En Doña las porciones son abundantes, sirven 250 gramos de pasta por plato, a eso hay que agregarle la salsa. Con vino y postre para compartir, el billete medio ronda los 4.500 dólares. Sin duda Marcelo logró la fórmula que tanto buscaba: servir platos caseros y deliciosos a precios pensados ​​para que no duelan.

Dona. Bulnes 802, Almagro. Lunes de 8:00 pm Martes, miércoles, jueves, viernes y sábado, abierto al mediodía y desde las 8:00 pm Domingos, de mediodía a 4:00 pm IG: @donacocinatipocasa

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En Florida, la panadería de culto con recetas que la misma familia de origen alemán prepara desde hace 90 años

Geográficamente, Renania es una región del oeste de Alemania. Pero para los habitantes de la zona norte Renania es una panadería alemana de culto. Un lugar donde al cruzar la antigua puerta de madera te invade una mezcla de aromas de varios panes. Es una empresa acquainted, que ya lleva tres generaciones al frente, amasando y elaborar entre 600 y 700 kilos de pan al día, utilizando 60 kilos de masa madre y muchísimos sacos de harina.

“Al principio, la cola de clientes y curiosos period de 60 metros”, cuenta Gerardo Vom Brocke, responsable de la finca acquainted junto con su hermano Roberto. La fila se renueva cuando los fanáticos de los bretzels (que algunos confunden con pretzels) acuden los viernes y sábados. buscar su barriga con una forma tan explicit.

Los clientes provienen de todos los puntos cardinales, tanto de la Ciudad como de la provincia.. Los vecinos de la zona se distinguen por sus compras pequeñas y diarias o semanales -clientes a los que los empleados saludan amablemente con su nombre- de los que viajan desde otros barrios y se abastecen de más para poder disfrutar todo el mes de panes, facturas, budines y especialidades alemanas.

La historia de Rhineland, la panadería alemana de Florida




Los hermanos Vom Brocke en Renania: son la tercera generación de panaderos. Foto Guillermo Rodríguez Adami

Fue en 1930 cuando Daniel Vom Brocke llegó a la Argentina, dejando atrás su Alemania natal. En busca de una mejor calidad de vida pero sin renunciar a su oficio y su pasión: hacer pan. Fue así como, un año después de su llegada, abrió su primera panadería llamada Westfalia. Pasaron los años y en los años 60 nació Renania (Güemes 2622, Florida). ofreciendo siempre productos elaborados con fórmulas y técnicas alemanas.

Desde aquel día las puertas de la panadería alemana siguen abiertas. El native de 550 metros cuadrados también es el centro de producción de Renania en Acasusso (Eduardo Costa 1200) y de bollos (juego de palabras con el apellido ya que “von brötchen” en alemán significa “de la panza”) en asociación con Jonathan Von Brocke (Av. Juan Segundo Fernández 256, San Isidro).

Daniel trajo a Argentina la receta del tradicional pan negro, llamado Vollkorn, un pan muy consumido en la comunidad alemana y poco conocido por estos lares. Gerardo y Roberto crecieron viendo el esfuerzo y el placer que implica ser panaderos. “Mi mamá nos retaba cuando nos veía blancos, después de saltar entre los sacos de harina”, recuerda Gerardo con una sonrisa mientras no descuida la enorme producción de vollkorn que elaboran casi a diario.

En Renania los hornos se encienden a medianoche.  Foto: Guillermo Adami


En Renania los hornos se encienden a medianoche. Foto: Guillermo Adami

Detrás de escena se puede ver un antiguo horno de piedra de mampostería donde horneaba el abuelo, que aunque ya no lo usan, todavía funciona. A pesar de Nunca cambiarán las recetas. Han invertido en la mejor tecnología y ahora trabajan con dos grandes hornos de última generación.Alemanes, por supuesto.

La plantilla completa de Rhineland Florida es de doce personas, contando a los hermanos Von Brocke que han aprendido el oficio desde muy pequeños y continúan con orgullo el legado. Los primeros en llegar encienden los hornos a medianoche y terminan su turno sobre las 6 de la mañana para que los clientes madrugadores puedan conseguir su pan calentito en la madrugada. “Esto nunca se detiene. Excepto los lunes, que son sagrados”, afirma Gerardo.

Los hornos de la panadería de Renania son alemanes de última generación.  Foto Guillermo Rodríguez Adami


Los hornos de la panadería de Renania son alemanes de última generación. Foto Guillermo Rodríguez Adami

“El plan de advertising and marketing que nos dejó mi papá sigue siendo muy efectivo. Hacemos todo diferente a todos los panaderos aquí.. ¡Funcionó durante mucho tiempo y funciona!” cube Gerardo. Y comenta que han vendido sus panes a supermercados e incluso Suministraron los aviones de aerolíneas como Lufthansa, KLM, Iberia y Aerolíneas Argentinas… “De aquí para el mundo entero”, cube gesticulando y abriendo los brazos.

Pero como el ritmo de trabajo y la exigencia los superó, decidieron continuar sólo con las instalaciones para poder brindar siempre la mejor calidad.

El líder Narda Lepes declara su amor por Renania. La conoció a través de un amigo que vive en la zona y cada vez que recibía la visita de su cocinera, para entretenerla, le compraba delicias alemanas.

Lo que más me gusta de Renania es que es una panadería tradicional alemana con dátiles.. Hacen productos especiales para Navidad, para Semana Santa…”, cube y añade que Sus favoritos son los florentinos y un pan de jengibre bañado en chocolate..

Qué comprar en Renania

Los pretzels se elaboran los viernes y sábados.  Foto: Guillermo Rodríguez Adami


Los pretzels se elaboran los viernes y sábados. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

La oferta es variada y tentadora. Ofrecen panes largos de aproximadamente medio kilo, de varios sabores. Lo más destacado es el vollkorn ($1,590), una pieza integral de centeno puro, con un sabor ligeramente ácido. “Porque tiene masa madre tipo alemana. Tienen una base de fermento ácido de centeno -como todos los panes alemanes- y eso lo hace muy digerible”, explica Gerardo. Se vende en un paquete cuadrado, rebanado, por 350 gramos.

Otro de los productos estrella son los pretzels ($400), con B”. Gerardo explica que Los hacen con receta bávara, bien tradicional de la tierra de sus antepasados. “Se amasan, se montan y se dejan fermentar un rato. Luego se bañan para maltearlos (con agua y bicarbonato de sodio en un porcentaje muy pequeño). Eso es lo que le da el shade, la cáscara y la malta”, cube el maestro panadero que los remata con granos de sal y los lleva al horno.

En la panadería de Renania venden panes, billetes, bagels, cuadritos dulces y pretzels al estilo alemán.  Foto: Guillermo Rodríguez Adami.


En la panadería de Renania venden panes, billetes, bagels, cuadritos dulces y pretzels al estilo alemán. Foto: Guillermo Rodríguez Adami.

A diferencia de los pretzels americanos, que son parecidos a un snack, de la misma forma, pero muy pequeños y crujientes, Los pretzels son panes del tamaño de la mano de un adulto, crujientes y salados por fuera con un corazón de pan. Se venden individualmente en el formato clásico, en barra o en bollo.. Dato: hacen aproximadamente 600 por día, los viernes y sábados, por lo que se les acaba por la tarde. Pero, la buena noticia es que se pueden reservar.

Las paredes están revestidas de panes como el pan de tres o cinco granos ($2,2250) y baguettes rústicas, francesas o integrales (desde $480). La trenza con semillas de amapola ($1.400) es muy tentadora y junto a ella están el famoso zepelín ($1.180) y pan tirolés ($1.350).

La masa está hecha con la receta de la tía Lili., quien period el experto en dulces de la familia. El galletas especiadas spekulatius ($3,300) Se comen en época navideña, pero el público las eat tanto que pasaron a formar parte de las galletas fijas. En diciembre hornean stollen, el pan dulce alemán.

Muchos clientes esperan la llegada del fin de semana para comprar pretzels.  Foto: Guillermo Rodríguez Adami


Muchos clientes esperan la llegada del fin de semana para comprar pretzels. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

Dentro del repertorio dulce se encuentra lebkuchen -galletas de miel muy aromáticas-variedades de pudín (desde $ 1,580), cuadritos dulces, croissants y billetes vieneses ($ 3,800 la docena, $ 350 cada uno).

Visitar Renania es viajar con el paladar al viejo continente y saborear recetas tradicionales, hechas con amor.

Renania. Abierto de martes a sábado, de 8:30 a 13:00 horas y de 16:00 a 19:00 horas. Gral. M. Miguel de Güemes 2622, Florida, Provincia de Buenos Aires. Instagram: @renania_panaderia

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