¿La comida de avión te sabe a nada? Hay una razón, según la ciencia.

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La combinación de sequedad, baja presión y ruido de los motores es responsable de

Si viajas habitualmente en avión, probablemente te habrás dado cuenta de que si pides un snack o si es un vuelo largo y comes o cenas durante el mismo, la comida te sabe diferente o al menos sabe muy diferente a lo que comes normalmente. . Tranquilo, no tiene nada que ver con tus gustos ni con que seas muy exigente en este sentido. Además, según la ciencia, es algo que tiene una explicación científica que está muy relacionada con la estructura del avión y la humedad en el mismo.
Lo explican desde 20Minutos, «La presurización de la cabina acaba provocando alteraciones momentáneas en nuestro sentido del olfatoque es clave y está directamente relacionado con las papilas gustativas».

Y es que cuando ingerimos cualquier alimento, muchas moléculas volátiles del mismo suben por la parte posterior del paladar y acaban en nuestra cavidad nasal, «Allí se topan con los receptores olfativos, que son los responsables de lo que se percibe como sabor»sombra de nationalgeographic.com. A esto hay que sumarle que a mayores altitudes hay menos humedad en la cabina presurizada del avión, provocando que nuestras fosas nasales se sequen, reduciendo así nuestra sensibilidad al olfato y al gusto. Finalmente, el vibraciones y sonidos del avión también “alteran la percepción de los sabores”.

Más razones por las que la comida de avión nos sabe a nada

Desde el mismo medio explican que «El 30% de nuestras papilas gustativas están inoperativas durante los vuelos, por lo que las posibilidades de detectar algunas también se reducen sabores como salado o dulce». Sin embargo, hay algunos alimentos que mantienen intactas sus propiedades a pesar de la altitud, estos son los que tienen un sabor amargo o ácido.

Es decir, “La combinación de sequedad, baja presión y ruido de los motores cut back la sensibilidad de las papilas gustativas, disminuyendo nuestro gusto. El 30% de las papilas gustativas se duermen durante el vuelo, lo que provoca que los sabores salados y dulces se reduzcan entre un 20 y un 30%, mientras que los ácidos o margaos se mantienen iguales”, aclaran.

Algo en lo que insistes Laura López-Mascaraque, investigador del sistema olfativo del Instituto Cajal-CSIC y presidente de la Crimson Olfativa Española (ROE), lo que explica eso yna vuelo a ten.000 metros de altura, «la baja humedad, la caída de la presión del aire y el ruido constante de los motores de los aviones pueden alterar y reducir la percepción del gusto”.


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